Introducción
El fenómeno epiléptico en el
ser humano se manifiesta clínicamente de manera
múltiple, de acuerdo con el área donde se origina,
así como del
mecanismo fisiopatológico, a nivel molecular, que
depende de factores genéticos y ambientales, que
determinarán su expresión clínica, ya sea convulsiva
o no convulsiva, generalizada o focal, lo cual
generó durante siglos confusión, no sólo a nivel de
las sociedades, desde las más "primitivas hasta las
más avanzadas", sino también en la profesión médica.
No es sino hasta la segunda mitad del siglo XX, que
está por finalizar, que se empieza a aclarar el
dilema de qué significa la epilepsia.
La Liga Internacional Contra la Epilepsia y
la Organización Mundial de la Salud, han definido a
la epilepsia como una afección crónica, recurrente,
caracterizada por manifestaciones clínicas (crisis
epilépticas), así como manifestaciones
paraclispánicas, (ejemplo: alteraciones
electroencefalográficas). Debe agregarse a esta
definición que las crisis epilépticas deben ser no
provocadas y tener la característica de ser
recurrentes. Este criterio difundido a partir de
1973 se ha aceptado en toda la comunidad neurológica
y esto ha permitido, a partir de 1981 y 1989 que,
con la Clasificación de Crisis Epilépticas y la
Clasificación de Síndromes Epilépticos, que se
puedan hacer estudios comparativos de tipo
epidemiológico (incidencia, prevalencia, frecuencia
relativa) que han dado como resultado cifras,
particularmente de prevalencia, que son comparables
y que han demostrado, de acuerdo con la Organización
Mundial de la Salud, que por lo menos existen en
este momento más de 40 millones de personas con
epilepsia en todo el mundo, lo cual ha sido
necesario demostrar para que se considere a este
padecimiento como problema de salud pública, que
requiere programas específicos para su atención
médica y social, así como para la rehabilitación del
paciente que sufre epilepsia.
Los avances en biología molecular han aclarado los
mecanismos básicos de la descarga epiléptica,
particularmente en relación a los fenómenos
sinápticos, tanto tipo inhibitorio (GABA) o bien de
tipo excitatorio (glutamato, aspartato, NMDA), que
han permitido conocer mejor la relación de lo que se
llama una verdadera epilepsia con crisis recurrentes
y fenómenos convulsivos aislados o sin relación a
una patología, como puede presentarse en las
llamadas crisis febriles o bien, por otro lado,
también determinar la posible asociación de la
epilepsia con trastornos de tipo psiquiátrico como
son las psicosis, los trastornos de personalidad y
por otro lado la posible asociación (comorbidad) de
padecimientos de tipo paroxístico o recurrente como
será la migraña.
En lo que respecta a los problemas psiquiátricos
posiblemente relacionados al fenómeno epiléptico,
estos desde hace más de 10 años se han tratado de
categorizar en manifestaciones psicóticas asociadas
a la epilepsia en el periodo ictal, postictal y en
los periodos interictales. Se ha señalado que la
psicosis es de 6 a 12 veces más frecuente en los
enfermos que padecen epilepsia en comparación a la
población general, sin embargo, existen también
otras diferencias como son los fenómenos
antagónicos, es decir, el uso de la terapia
electroconvulsiva como tratamiento de la
esquizofrenia.
Por otro lado, la falta de estandarización de las
definiciones de psicosis y esquizofrenia, han hecho
difícil establecer si ciertos fenómenos de tipo
"psicótico" realmente son secundarios a una
alteración comórbida de la epilepsia y la
esquizofrenia, ya que por otro lado, en lo que se
refiere a los fenómenos epilépticos, particularmente
del lóbulo temporal, debe agregarse que muchas de
las manifestaciones de tipo psíquico que pueden
asociarse tanto en el periodo interictal, como en
los periodos ictales pueden ser secundarias a los
fármacos antiepilépticos utilizados.
Desde el punto de vista histórico, es una realidad
que los conocimientos dependen frecuentemente de
anécdotas, que persisten a través de la Historia
como hechos que a veces se consideran
incontrovertibles por ser creencias derivadas de la
evolución de la cultura y particularmente de las
religiones, ya sea monoteístas o politeístas.- Es
así que a través de los siglos persisten estas
creencias frecuentemente de tipo anecdótico, y que a
cambio de los grandes avances derivados de la
ciencia, particularmente en los últimos 50 años,
estos nuevos conocimientos resultado del método
científico, han generado nuevas teorías que a su vez
son la base de nuevas investigaciones, que provocan
nuevos planteamientos en relación a los mecanismos
básicos, en este caso de la descarga epiléptica. Es
por ello, que resulta difícil que particularmente a
nivel de la sociedad en general, cuya conducta
depende de una cultura que se transmite de
generación en generación, se logre un concenso entre
el avance científico reciente para modificar estos
conceptos que a través de los siglos han
identificado a la epilepsia como un fenómeno
sobrenatural, ya sea por posesión demoníaca o por
fenómenos relacionados con la divinidad.
La epilepsia se caracteriza por presentarse de manera
súbita, inesperada; el término epilepsia deriva de
la palabra griega Epilambanem (ser tomado por
sorpresa); este fenómeno paroxístico, desde la más
remota antigüedad (más de 40 000 años), ha sido
considerado por el hombre como un fenómeno que ha
requerido aislar o segregar a la persona que lo
padece, por el miedo a que sufra un padecimiento
contagioso o bien relacionado con fuerzas
sobrenaturales. Desde hace más de 4 000 años las
escuelas de medicina babilónicas, egipcias y griegas
han tratado de definir a la epilepsia como "una
enfermedad como cualquier otra", con descripciones
clínicas muy semejantes a las actuales, que se han
difundido a través de las nuevas clasificaciones de
la epilepsia, los síndromes epilépticos y de las
crisis epilépticas, que finalmente han superado los
conceptos galénicos que persistieron prácticamente
hasta el siglo XIX cuando todavía se consideraba la
epilepsia como fenómenos pequeños (petit mal), todo
ello gracias al Renacimiento que da prioridad al
cultivo de la ciencia, del humanismo y la
literatura, lo que facilitará el bien hacer y
entender mejor al ser humano. Desgraciadamente hasta
la fecha persisten prejuicios históricos de tipo
oscurantista que dificultan analizar el fenómeno
epiléptico desde un punto de vista científico, como
si viviéramos todavía en la edad media. Sergio
Litovska al analizar la hipótesis biológica de la
epilepsia, recuerda a Einstein quién señaló que era
más difícil desintegrar un prejuicio que un átomo y
la mayor parte de estos prejuicios relacionados a la
epilepsia surgen de las diversas religiones que
señaló Marx se les ha descrito como el "opio" de los pueblos; sin embargo debemos recordar que la ciencia
sin religión es inválida y la religión sin la
ciencia es ciega.